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13.07.2023
El otro día fui a ver a Marilia con Laura Solla tocar en la Semana Negra. Son unas bestias. Tiene voz y canciones, guitarras bien colocadas, armonía y melodías. Arte y profesión. Su último disco es bonito y positivo. Tiene algún detalle y una producción bien interesantes. Me dejé atraer y pese a las distracciones, fue una clase magistral a la que atendí y viví con gusto. Dicen que si no hay emoción no se aprende y yo aprendo fácilmente de alguien así.
Paseé, la exposición con las ilustraciones sobre la inmigración fue lo único que me atrajo un poco, me di cuenta de que había poco más para mí por la feria y salí a buscar algo al supermercado y cenar algo en la playa. La gente terminaba sus baños y se iban recogiendo. Había chicos y hombres echando la caña en una de las puntas del arenal. Algún barquito a vela o a motor al fondo de la composición que iba mutando de color. Viendo la puesta de sol en poniente. Un hombre exhibía sus cuadros y pintaba la vista que yo fotografiaba. Preferiría ser él pero mis manos no han aprendido todavía a desenvolverse de esa manera.
Había una frase en uno de los bancos del paseo que vi justo al sentarme: te amo en todos los universos (y un corazón pintado). Qué buena frase que luego descubrí que se decía en Dr. Strange. Dos chicas interrumpieron mis disertaciones y la música que escuchaba en mis cascos con un baile suyo para tik tok con una canción de moda que no llegué a descifrar, a todo volumen. Se les volcó el móvil y le dijo una a la otra que la iba a matar y se rieron. Me fui.
Llegué a la carpa del encuentro para el concierto. Mi encuentro era con estas dos artistas. Dudé si sentarme atrás o adelante. Me puse en la tercera fila. Observé cómo Laura colocaba sus pedales, cables y guitarras. Siempre llena de estilo y saber estar.
Justo fue sentarme y ponerse detrás de mí dos señoras que empezaron hablar de que el marido de una no podía salir de casa mucho tiempo porque ya usaba pañales y que por eso no podía ir a sitios así... vaya bajón que me dio pero sobre todo el hecho de que estuvieran encima mío me daba por cabrearme y echarles miradas de “qué tal si lo habláis donde no os oiga media plaza”. Pero “be cool”, Coronita y aguanta...
Al poco salió Marilia y apagaron las luces del recinto. Quedaba el escenario iluminado. Empezaron a tocar. Hubo algún descontrol sonoro por parte de los técnicos pero supieron lidiar con todo con profesionalidad, humor y amor por el trabajo bien hecho. Por las canciones bien hechas y ejecutadas. La interpretación, notar que siente cada milímetro de cada canción, cada punto y coma. No me gusta analizar. Dejo que la emoción me lleve y estar atento, dejar a la antena captando las señales de los universos paralelos... luego tardo más o menos en descifrar el significado e interpretarlo. A veces nunca lo consigo... Laura sigue con ese aura de esfinge dorada venida de un universo paralelo donde está toda la existencia, el pasado, el presente y el futuro, en ese instante en que su ser se concentra en sus dedos pulsando las cuerdas del destino.
Me esfumé como Cenicienta sin zapatos de cristal. Fueron a saludarlas unas cuantas personas y yo decidí salirme caminando con mi nube de timidez, subir una foto y un vídeo a stories de IG para el recuerdo. El coche me esperaba en la acera de ProNorte. A ver cuándo me compro ese bajo deseado o aquel compresor para la guitarra. ¡Qué bien suena la versión que hacen Wynton Marsalis y Willie Nelson de “My Bucket’s Got a Hole in It”!
Arranqué.
La noche era suave, los semáforos en verde. ¿A quién le importa tener que madrugar?
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