POCAS VECES me detengo ante el tablón de anuncios del pueblo, en el que está frente a la iglesia, de camino a casa. YO YAMBIÉN CREO CREO EN EL AMOR A TRAVÉS de los años, un anuncio escrito en un folio en letras no muy grandes, ilegibles hasta acercarme a un par de metros. ORBAYABA pero la hoja no estaba mojada, seca la tinta de ordenador en negrita. Miré alrededor, no había huella de nadie. Una niebla suave entre los árboles, sobre la carretera húmeda. UN PAR DE ANUNCIOS MÁS, casi ilegibles, del Ayuntamiento, de cerrajeros, fontaneros, operarios ofreciéndose para los trabajos en fincas y jardines. A SU LADO, UN FALLECIMIENTO. La esquela de un hombre de noventa y nueve años, soltero, sin familia cercana. Con hermano y hermanas fallecidos, algún sobrino. Funeral programado para las cinco de la tarde en la Iglesia Parroquial. LA HOJA DE PAPEL DE LA ESQUELA ESTÁ SECA.