Hace mucho que no me detengo para escribir. Vengo escribiendo al vuelo. Hoy he tratado de alejarme del tráfico habitual. Me siento oxidado. Espero que salga algo claro.
Cualquier pretexto es bueno para venir a Llanes en verano o invierno. Un festival de cortos de cine, una actuación musical, respirar aire puro o limpiar la casa abandonada.
La tarde la reservé para grabar unos planos de un vídeo que no sé si sacaré, depende de cómo quede tras editarlo porque una cosa es mi mente fantasiosa y otra el resultado palpable. Tengo que probar si me funciona entre esta noche y mañana por si debo completarlo o encontrarle otra forma.
Después fui a tomar un café con leche a La Barrica Blanca para calentar manos y gaznate. Dejé la cámara en el coche y me puse la boina a modo capa de invisibilidad.
Al festival de cortos llegué sin saber muy bien qué me iba a encontrar, juventud y tercera edad... supongo que implicados y padres, familia, no sé. Saludos al vuelo y mientras esperaba mi turno en la sala donde está expuesto algo de la obra de Aurelio Suárez pude charlar con Javi. Me asombran las personas capaces de montar esos líos, entiéndase bien, festivales o eventos, humildes y honestos y que salgan bien. Imagino que con amor y sudor, como todo lo bueno.
El primer corto resultó ser una hostia de realidad. Plano general de una casa que he visto infinitas veces durante los 20 años que viví en Tiñana. Gregoria. Y me dio una punzada porque nunca tuve el arrojo de conversar con ella o sus hermanas. Una mujer pequeñita de 90 años con su huerta y su mercado. Una vida dedicada. Qué delicia de mujer, qué trabajo más delicado donde se refleja lo que hay y lo que hubo, donde su imagen es nuestro reflejo. Me resultó valioso como la vida misma. Queda sonriendo eterna en ese pedacito de cielo, que es el séptimo arte, el arte.
Después Susurros, donde el actor principal me parece que hizo un gran trabajo, es difícil manejar tantos personajes y darle entidad a uno en un tiempo tan corto sin grandes aspavientos, tiene un logrado encuentro final. Soledá, la gran favorita por el tema, la forma y el uso medido de los silencios. Y finalmente, Atardecer en París, un juego interesante de relaciones juveniles ante la incertidumbre de un futuro sin conocerse a uno mismo. Ficciones de diferentes temáticas y enfoques que reflejan realidades también sinceras. Es interesante ver a una juventud afrontar esos temas, esas miradas. De alguna manera se limpia mi mirada. No voté al ganador por lo que entiendo que no tengo idea de nada así que está bien si lees esto pero no hagas mucho caso a mis ideas, son grietas apartadas de la realidad.
No sé cuánta gente había pero estaba casi lleno el salón del Centro de Cultura. Pude ponerme en el pasillo a mitad de la sala para poder ver y oír lo mejor posible pero resultó que el paisano que tenía delante con pelazo a lo David Lynch no paró de toser cada dos minutos, mejor eso que ahogarse, es el único pensamiento que me hacía más soportable el agobio que me provocaba. Eso y el video de las chaquetas acolchadas de Pantomima Full al ver tantas en un mismo sitio. Yo me preocupé por llevar mi camisa azul raro nueva, mi chupa fake nueva de rebajas y mi camiseta de Brizna.
Después vino la actuación de Julia Sariego, acompañada al piano de Diego Ena, con sus dedos y sus arreglos perfectos. Un broche final que se quedó corto pero acorde a un festival de cortos... De memoria recuerdo que cantó: Cara B, Nos gusta el drama, El faro, la de C Tangana, la de Copenhague, Salvaje y La paz (creo que me dejo alguna). Justo la había visto una semana antes con banda y defiende sus canciones sin problemas más o menos vestidas. Con esa voz poderosa que no soy capaz de definir puede cantar lo que quiera. Pero es que además hace canciones bonitas y cuidadas, de letras interesantes y profundas. Ya dije que no hagas caso a lo que digo pero su voz en mi resuena gordita, agradable, templada, que te envuelve, como de soul a la española, con ritmo y fraseo fluidos. Mezcla de porcelana y terciopelo.
A la mayoría también los abdujo pero hubo un crío a carreras por el pasillo y algunas personas hablando y entrando y saliendo que, entiendo, no lo apreciaban igual y me sacaban del trance haciéndome sonreír y pensar en ese pedacito de arte ahí encima, que a diferencia de en el cine, se trata de un instante efímero que solo los que estamos ahí, en ese momento puede disfrutar. Es un ave fénix: arde y se esfuma.
Si has llegado hasta aquí, que sepas que doy la enhorabuena sincera al premiado Howi Álvarez, a Llanes, a Javi y a Julia (y a todos sus equipos). Y que mis notas para no olvidarme fueron:
Gregoria sonriendo eterna.
David Lynch tosiendo cada dos minutos.
Escalofrío cerebral al primer beso.
Responder o algo así a la CaraB.
El guaje jodiendo el concierto con sus carreras en el faro.
Ganó dos premios el mismo corto, no tengo ni idea.
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