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    Últimamente no me encuentro en ninguna parte, siento mi corazón en constante despedida. Estuve pensando en la creatividad. Las cosas que nos roban la energía, la imaginación. Como a veces hablo con el piloto automático puesto acabo siendo el mayor gilipollas del planeta. Me escudo en esas cosas por no mostrar mi verdadero pensar, que a veces es nada. Absolutamente nada. Prefiero escuchar o conversar sin falsedad. Siento que estoy oxidado o que los cables no hacen el contacto óptimo.

    No sé si todo lo que es creativo, que surge del interior, del intestino o el corazón, del alma o de los poros de la piel es para que otro lo disfrute o para exhibirlo. Desde un tatuaje a una canción, desde una fotografía a un poema...

    Cuando le dije a mi maestro Alfredo González que iba a sacar un disco, entre todo, me hizo ver que a quien más iba a servir era a mi mismo. Y es verdad, lo hago por mi y para mí. Para sacar espinas o flechas enteras. Y estaría bien que las personas escuchasen las canciones y les transportasen a ese sitio indeterminado donde una buena canción te lleva. Pero es verdad que lo hago, sobre todo por mi, sentir que soy capaz, que que entre todo lo que hay en el universo tengo un pequeño poder del tamaño de una cabeza de alfiler. No es por exhibirme es por verme, para encontrarme no me hace falta espejo. Un tatuaje, un poema, una canción, una fotografía... leer, observar, encontrar algo que entre los escombros de mis cimientos me indiquen que hay vida en el universo.

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